miércoles, 12 de diciembre de 2012

Segundo premio concurso relatos de terror

Vamos ahora con el relato que se alzó con el segundo premio de nuestro concurso de relatos de terror y cuya autora es Eva Esteban Martín, de 2º ESO B. Se trata de El monje y creemos que está a la altura de su homónimo, obra del gran Matthew Gregory Lewis. Ahí va:

Este hecho pasó hace muchos años, cuando mi abuelo era un niño. Me lo contó hace tiempo, un día de verano, en medio de una gran tormenta entre relámpagos y truenos. Mi abuelo era un chico muy intrépido, no le daba miedo nada. Un día de verano mi abuelo pasó por una caseta en el campo, sería a mediados de julio. Él iba con su padre y sus hermanos. Estaban segando y de pronto empezó una tormenta de verano, algo muy normal a mediados de julio después de un día de mucho calor.

Mi abuelo dijó:
- ¿Por qué no vamos a esa caseta que hemos visto, para no mojarnos hasta que pase la tormenta?

Su padre le contestó:

- Sí, nos vamos allí, porque esta tormenta tiene mala pinta y parece que va a llover a cántaros.
    Se fueron y se cobijaron en la caseta. Empezó la tormenta y se nubló tanto que parecía de noche, cuando en realidad eran las cuatro de la tarde. Se quedaron quietos hasta que de repente empezó una luz a brillar en la puerta. Ellos no sabían qué hacer.

Normal no era, porque la luz parecía de ultratumba…

Brillaba tanto que alumbraba toda la caseta.

Mi abuelo le dijo a su padre:

- Yo voy a salir a ver de dónde viene la luz. Dicho y hecho y salió hacía la luz.

De repente desapareció la luz. Entró mi abuelo y la luz de nuevo apareció se empezaron a preocupar estaban en medio del campo en una caseta, con una luz que no era nada natural.
Enseguida se empezaron a oír voces, no se entendía lo que decían pero sí que las voces como de gente que estaba quejándose. Ellos se empezaron a asustar, porque cada vez que intentaban salir la luz aparecía. Cuando se metían dentro de la caseta la luz de nuevo y pasado un rato volvían las voces y lamentos. 
 
    La tormenta cada vez era más fuerte y ellos estaban sin poder salir de la caseta. Mi abuelo ya no podía aguantar más y salió en medio de la tormenta. Entre la lluvia vio como unos monjes, iban en filas llevando un ataúd.
       Los lamentos que se oían eran sus cánticos. Salió el resto de la familia de mi abuelo al oír el grito tan grande que dio mi abuelo. Todos vieron a los monjes y no daban crédito lo que veían sus ojos. Miraron si sus animales estaban bien, porque estaban muy nerviosos. La tormenta se calmo y pasó. Los animales se relajaron y la luz de la caseta desapareció. Todo volvió a la normalidad.

    Llegaron al pueblo y se juntaron con el dueño de la caseta y de la finca. Le contaron lo que les había ocurrido. El señor les contó que allí hace muchos años sufrió un accidente un monje y lo encontró, hasta pasado un día. Desde entonces cada año el mismo día que el monje sufrió el accidente hay una gran tormenta y se aparece en forma de luz. Yendo a su entierro con los hermanos monjes, en medio de los cánticos gregorianos de los monjes. Mi abuelo y sus familiares se quedaron sin palabras pues nunca lo habían oído.

El dueño de la finca les dijó:

- Esto ocurre todos los años, y siempre pilla allí a alguien que vuelven igual de asustados que vosotros, pero les da vergüenza decirlo y por eso nadie dice nada. Se despidieron del señor y se fueron a casa.

Nunca habían contado lo que les había ocurrido hasta que me lo contó a mí, porque coincidía en el día que les pasó este hecho a mi abuelo, termino de contarme la historia y acabó la tormenta.

Mi abuelo dijo:

-Ya ha vuelto el monje y se ha marchado hasta el próximo año.

Yo no dije nada y mi abuelo se levantó y comentó:

-Espero que nadie haya visto lo yo vi, porque nunca lo olvidaré.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario